27 de noviembre de 2017

En la senda de El Arpa Birmana


Posiblemente el recuerdo más remoto que mi generación pueda tener sobre Birmania son las dolorosas imágenes en blanco y negro de El Arpa Birmana, la magistral película de Kon Ichikawa, que hablaba de la profunda crisis que significó para el alma japonesa la derrota sufrida en la Segunda Guerra Mundial. El soldado Mizushima, cuya función es tocar el “saung” o arpa birmana en la banda de su regimiento, convertido en un aspirante a monje, se propone la tarea de enterrar a todos los soldados japoneses caídos en suelo birmano, antes de volver al Japón, para cerrar, de alguna manera, la herida abierta por la derrota. Pero muy poco, si algo, sabemos de Birmania, que ha pasado a llamarse Myanmar u, oficialmente, Unión de Myanmar.
En ese país de 50 millones de habitantes, donde conviven, a veces en armonía, muchas veces en discordia, desde hace milenios distintos grupos étnicos y lingüísticos, aterrizó esta mañana nuestro compatriota, el Papa Francisco.
Poco después que las tropas japonesas se rindieran ante los británicos, los ocupantes coloniales de Birmania, el Imperio debió conceder la independencia. En 1612, con la presencia de la Compañía Británica de las Indias Orientales, la empresa saqueadora de las riquezas del Extremo Oriente, los británicos reemplazaron a los portugueses en el control comercial de la región, donde se mantuvieron bajo distintas formas hasta 1948. En el interín, separaron la antigua provincia de Arakán, en la costa occidental de Birmania y la unieron a su colonia de Bengala Oriental, fomentando el traslado de bengalíes musulmanes como trabajadores semiesclavos en la agricultura colonial de esa provincia.
Las distintas etnias birmanas, a diferencia de los bengalíes, han sido tradicionalmente budistas de la rama llamada Theravada, que concede una gran importancia a la vida monástica. Según algunas tradiciones budistas de Myanmar, ya en el siglo III a.c., el Gautama fue visitado por dos comerciantes de Okkala, el antiguo nombre de Rangún, la vieja capital donde Francisco ha aterrizado. Siempre según las fuentes birmanas, en Myanmar hay más de 400.000 monjes y 75.000 monjas, 6.000 viharas (escuelas) e innumerables pagodas. Alrededor de 1.000 viharas sirven como instituciones educativas para la comunidad monástica. Algunos de los monasterios más grandes cuentan con más de 1.000 monjes que estudian las escrituras budistas y realizan prácticas de meditación. Más del 80 % de la población de Myanmar es budista.
En estos trasplantes poblacionales llevados a cabo por los británicos radica uno de los principales conflictos con los que debe enfrentarse Francisco, el de la minoría Rohingja que habita, justamente, la antigua provincia de Arakán, hoy llamada Rakáin. Se trata de más de 600.000 personas descendientes de los bengalíes sunnitas traídos por los ingleses de la actual Bangladesh, la antigua Bengala Oriental, enfrentados con el gobierno central desde el inicio mismo de la vida independiente. Las tendencias separatistas son muy grandes en todo el país y las potencias occidentales, especialmente los EE.UU. se han montado sobre ellas para debilitar las constitución de la nación myanmariana. Detrás del enfrentamiento religioso -recuérdese que el budismo no es en sentido estricto una religión- se mueven los grandes intereses occidentales sobre un país rico en petróleo y gas y de una decisiva ubicación geográfica, con fronteras con China y el Sudeste Asiático.
El proceso independentista estuvo caracterizado por una retórica socialista y de emancipación nacional y, en la actualidad, las principales empresas son estatales, en un estado donde la presencia del ejército es decisiva desde hace décadas.
Es de destacar que el viaje de Francisco terminará en Bangladesh, el otro punto del conflicto. País sobrepoblado y pobre, también ha sido producto de la distribución de fronteras establecida por el Imperio Británico. Baste recordar que hasta 1974, formaba parte de Pakistán, pese a que 1.600 kilómetros separaban a este país de esa provincia oriental. La independencia y creación de Bangladesh fue el resultado de una cruenta guerra, en la que, obviamente, las grandes potencias de la época, EE.UU., Reino Unido, la URSS, China y hasta la India estuvieron involucradas. Fue gracias a la alianza con la India que, finalmente, los bengalíes obtuvieron su independencia de Pakistán.
Musulmanes sunnitas desde el asentamiento del Islam en el siglo XI, como resultado de la expansión turca, la población de más de 167 millones de personas contrasta con la relativamente menor población de su vecino Myanmar.
Francisco ha decidido viajar a las zonas calientes del globo, aquellas en donde la paz y la vida humana están más amenazadas. Su concepto de la periferia ha tomado el centro de su acción pastoral, que es eminentemente política.

Si el aprendiz de monje y ex soldado Mizushima intentó que no quedara ningún cadáver japonés insepulto en tierra birmana, el Papa y ex soldado de la Compañía de Jesús parece buscar, más ambiciosamente, que no haya más cadáveres en aquellas periféricas tierras. 

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