Samuel Pinheiro
Guimarães es, en mi opinión, una de las cabezas estratégicas más
importantes que dispone Brasil.
Diplomático formado en Itamaraty, posiblemente la mejor cancillería de América Latina, Pinheiro Guimarães es un convencido defensor de la alianza estratégica entre su país y el nuestro, un crítico a la hegemonía norteamericana y una pluma aguda e informada.
Diplomático formado en Itamaraty, posiblemente la mejor cancillería de América Latina, Pinheiro Guimarães es un convencido defensor de la alianza estratégica entre su país y el nuestro, un crítico a la hegemonía norteamericana y una pluma aguda e informada.
Este artículo que
puede leerse completo aquí,
expone bajo el título de Brasil no está solo en el mundo,
una implacable visión acerca de el peligroso momento que atraviesa
su patria.
“1 La
victoria ideológica, económica y tecnológica estadounidense sobre
la Unión Soviética, la adhesión rusa al capitalismo, la adhesión
de la República Popular China al sistema de instituciones
,económicas liderado por Estados Unidos y la apertura china
controlada por las multinacionales llevaron a la consolidación de la
hegemonía político-imperial de Estados Unidos.
2 Las
directrices de la política hegemónica estadounidense son:
- Promover los principios de la economía neoliberal, mediante acuerdos bilaterales y la imposición de las organizaciones multilaterales.
- Mantener el liderazgo tecnológico y controlar la difusión de la tecnología.
- Inducir al desarme y provocar una adhesión “forzada” de los países periféricos al sistema militar de Estados Unidos.
- Inducir a que se adopten regímenes democráticos liberales, pero selectivamente, no para todos los estados.
- Garantizar la apertura al control externo de los medios.
3 El tamaño,
las características de su población y su mercado interno; el
territorio y los recursos naturales (potenciado por los más
recientes descubrimientos de nuevos yacimientos petrolíferos); su
ubicación geográfica; el espíritu empresarial del Estado y del
sector privado (BNDES, Petrobras, Vale do Rio Doce, Embraer), y la
capacidad tecnológica en áreas de punta (energía nuclear, Embrapa,
etcétera) han convertido a Brasil en un área de acción prioritaria
para la política exterior de Estados Unidos, que viene articulando:
- Un apoyo a la redemocratización política controlada por las clases hegemónicas de Brasil.
- Lucha ideológica y mediática contra la política de desarrollo económico e industrial.
- Apoyo a determinados movimientos sociales (ONG, etcétera).
- Represalias contra las políticas nacionales de desarrollo (nuclear, informático, espacial).
- Lucha ideológica para la implementación de las reglas del Consenso de Washington.
- Disciplina fiscal, reducción del gasto público, reforma tributaria.
- Apertura comercial, inversión extranjera sin restricciones, privatizaciones, desregulación económica y laboral, derechos de propiedad intelectual.
4 La
implementación, entusiasta y excesiva, de medidas económicas,
políticas y militares —difundidas por parte del mundo académico,
medios de comunicación y funcionarios de Estados Unidos—, durante
los gobiernos de Fernando Collor y Fernando Henrique Cardoso, en un
entorno de subdesarrollo —caracterizado por enormes disparidades
sociales, fragilidad relativa de las empresas de capital nacional,
vulnerabilidad externa de la sociedad—, contribuyó al fracaso de
esas políticas, que llevaron a una agudización de la concentración
del ingreso, el deterioro de la infraestructura y el aumento de la
violencia social. La impopularidad de este modelo permitió la
victoria de los movimientos políticos progresistas, que destronaron
del poder a los gobiernos de Menem, Batlle, Carlos Andrés Pérez,
Fernando Henrique Cardoso, Sánchez de Lozada y Carlos Mesa.
5 La elección
de Lula puso en riesgo el objetivo de Estados Unidos de implementar
políticas neoliberales en toda América Latina.
6 La
articulación política y económica de
Lula/Kirchner/Lugo/Correa/Evo/Chávez reforzó la necesidad, para
Estados Unidos, de una reacción estratégica.
7 Estados
Unidos, en cooperación con aliados internos en cada uno de estos
países, inició campañas de desestabilización política.
8 En Brasil
dicha campaña se inició con el proceso conocido como mensalão y
con la aceptación por parte de la Justicia de la “doctrina del
dominio del hecho”, aplicada contra José Dirceu, de manera
ejemplar, en tanto posible sucesor de Lula.
9 A pesar de la
campaña contra Lula y contra el PT, los índices de popularidad de
ambos llegaron a niveles récord, y permitieron la elección de Dilma
Rousseff.
10 El gobierno
de Rousseff, sin capacidad política, adhirió gradualmente al
programa neoliberal de ajuste fiscal y de achicamiento del Estado.
11 La
incapacidad de articulación política y movilización social
facilitó el desarrollo y el éxito del proceso de impeachment contra
Dilma.
12 Por su
parte, la Operación Lava Jato (coordinada entre el departamento de
Justicia estadounidense y agencias de inteligencia como la NSA, la
CIA y el FBI) puso en riesgo el orden jurídico y propagó el odio en
la sociedad brasileña mediante procedimientos ilegales como las
detenciones arbitrarias, las delaciones de criminales confesos, la
desestimación del principio de presunción de inocencia y la
manipulación de la opinión pública contra las personas delatadas.
Todo esto se llevó adelante con la complicidad de la Corte Suprema y
sirvió como instrumento de ataque al PT y a la candidatura de Lula.
13 La gradual
autonomía y el fanatismo moralista del equipo de fiscales de
Curitiba derivó en denuncias contra otros políticos, en especial
del PMDB y del PSDB.
14 La
característica de “radicales libres” y el conflicto con el
procurador general dieron lugar a la investigación contra Temer por
parte de la Policía Federal (también radical) y, como la
Procuraduría General, aliados principalmente del PSDB contra el
PMDB.
15 Los
objetivos básicos de las clases hegemónicas brasileñas, en
estrecha articulación con las clases hegemónicas estadounidenses,
son:
- Consolidar legislativamente, preferentemente en la Constitución, las políticas neoliberales del Consenso de Washington.
- Reducir la posibilidad de victoria de Lula en 2018 y la victoria de los candidatos progresistas en las elecciones para el Congreso.
- Impedir que el nuevo gobierno revea las reformas conservadoras, en especial la Enmienda Constitucional 95 (nuevo régimen fiscal).
- Reducir la capacidad de acción, externa e interna, del Estado brasileño.
- Destruir la política sudamericana de formación de un bloque regional y la inclusión en el Consejo de Seguridad de la ONU.
- Integrar a Brasil a la economía estadounidense y garantizar la aplicación obligatoria en Brasil de las políticas económicas neoliberales.
- Impedir la industrialización de Brasil por parte de empresas de capital brasileño.
- Consolidar un programa económico ultraneoliberal a través de compromisos internacionales, empezando por la adhesión de Brasil a la OCDE.
16 Michel
Temer, por imprudencia, puso en riesgo la credibilidad del proceso de
aprobación legislativa de dicho programa, al dejarse grabar por la
Policía Federal en conversaciones de carácter ilícito.
17 Para las
clases hegemónicas, claramente minoritarias, ahora se trata de
sustituir “funcionarios”, empezando por Temer, y poner al frente
de este proceso de reformas a otros “funcionarios” menos
involucrados en el sistema tradicional de adquisición y control del
poder político (segundas cajas, compra de votos, propinas a partidos
y personas, etcétera).
18 La decisión
de sacar a Michel Temer por causa de esas grabaciones difíciles de
refutar ya fue tomada por las clases hegemónicas, tal como lo revela
la editorial de primera página del diario O Globo y, por lo tanto,
de todo el sistema de comunicación Globo.
19 Las
posiciones de Folha de São Paulo y de Estado de São Paulo reflejan
todavía cierta ausencia de consenso, pero no se comparan en términos
de impacto con la posición que ya adoptó Globo.
20 Las clases
hegemónicas todavía no decidieron cómo se procesará la
sustitución de Michel Temer.
21 Para las
clases hegemónicas, la cuestión política esencial es evitar las
elecciones directas anticipadas. Por lo tanto:
- El proceso en el Tribunal Supremo sería demasiado largo y permitiría la movilización popular.
- La decisión del Tribunal Electoral conduciría a elecciones directas.
- La solución más viable y más oportuna sería negociar la renuncia con Temer, la “recompensa” que recibiría por servicios prestados y también su inmunidad.
22 Tampoco se
ha resuelto todavía el asunto de la sucesión de Temer; el PSDB está
preparado para asumir el poder y el PMDB para resistir.
23 En
elecciones indirectas los candidatos más probables serían Tasso
Jereissati, del PSDB, y Nelson Jobim, del PMDB.
24 Los
objetivos estratégicos de las clases hegemónicas, que orientan y
controlan a sus “funcionarios” en el sistema político, siguen
siendo los mismos: acelerar las “reformas” ultraneoliberales.
desmoralizar a Lula y al PT, y construir un candidato “gestor” y
apolítico, como João Doria, para 2018.
25 La operación
de la Procuraduría General y de la Policía Federal dejó fuera de
competencia a un candidato más “político” como Aécio Neves (en
la práctica, Serra ya no está en carrera y Alckmin será “apartado”
por Doria).
26 Las clases
hegemónicas dan por descontado que Lula, incluso ganando en
elecciones directas, estará maniatado por la enmienda constitucional
95.
27 Cuanto antes
Michel Temer deje el poder, peor será para la oposición, ya que su
salida acelerará la aprobación de “reformas”.
28 Por lo
tanto, lo que interesa ahora es demorar la salida de Temer, como
forma de obstaculizar y retrasar la posible aprobación de las
reformas.
29 La lucha por
elecciones directas es crucial para movilizar activistas y dar a
conocer los efectos de estas reformas.
30 El realismo:
la caída inmediata de Temer es funcional a los intereses de las
clases hegemónicas, como ya sucedió con la salida de Eduardo Cunha
de la presidencia de la Cámara de Diputados”.
Agrego a este
clarísimo informe de situación la campaña de desprestigio,
vinculada a la hipócrita campaña contra la corrupción, contra las
dos más grandes empresas brasileñas que operan a escala global:
Odebrecht y JBS, el gigante de las carnes. Estas dos empresas, como,
en otro campo, la argentina Techint, constituyen el más alto
exponente de nuestro capitalismo periférico. Dentro de la actividad
privada y diferenciadas de las grandes empresas estatales, como
Petrobrás o YPF -aunque con un destino atado a la suerte de ellas-,
estos grandes grupos lograron convertir el trabajo de su propio país
en un capital capaz de actuar en el altamente competitivo mercado
mundial.
Las clases
hegemónicas -para usar la terminología de Pinheiro Guimarães-,
vinculadas al predominio norteamericano y guiadas por el capital
financiero, saben que el capitalismo funciona en el mundo entero con
una alta dosis de corrupción, compra de voluntades, comisiones,
blanqueado de dinero, paraísos fiscales y demás creaciones
benéficas. Todos sabemos que toda la actividad política en toda
América Latina y en todas las carpas se financia con estas
inevitables grietas con las que funciona el sistema.
La hipocresía de
unos políticos moralistas sostenidos en el capital financiero, el
interés compuesto y la usura internacional -verdaderos apóstoles de
la virtud- han encontrado la forma de sacarse de encima a los
partidos políticos populares y a su dirigencia, con las denuncias de
corrupción. Pero también de sacar del tablero las pocas empresas
que han logrado proyectarse en el mercado internacional de grandes
proyectos estructurales, de alta tecnología y valor agregado.
La propuesta de
Pinheiro Guimarães de no dejarse arrastrar, en aras de esta ola de
neomoralismo cínico, a una demasiado temprana renuncia de Temer, que
solo favorece a los sectores políticos cuyo objetivo es postrar al
Brasil y, por ende, a la Argentina y al resto de Suramérica.
Buenos Aires 28 de
mayo de 2017