22 de julio de 2013

Declaración de la Independencia y la Patria Grande 6/7

21 de julio de 2013


La Declaración de la Independencia y la Patria Grande 5/7




19 de julio de 2013


La Declaración de la Independencia y la Patria Grande 4/7


Lo que va de Lord Ponsomby a Mr. Ponsomby


Lo que va de Lord Ponsomby a Mr. Ponsomby

Prólogo a una nueva edición del libro La Misión Ponsomby 
de Luis Alberto de Herrera

El libro que aquí presentamos fue publicado por última vez en la Argentina en 1974,  en la breve presidencia de Arturo Jauretche en Eudeba, la editorial de la Universidad de Buenos Aires. Con la restauración de la soberanía popular, las grandes ideas del revisionismo histórico y de la cuestión nacional latinoamericana volvieron a ocupar el centro del interés y del debate públicos.
Jorge Abelardo Ramos propuso a Jauretche la reedición de algunos textos fundamentales. Uno de ellos fue este libro de Luis Alberto de Herrera,  el último jefe del partido Blanco de Uruguay. Y le escribió un prólogo que forma parte, también, de la presente edición.

Ya no existen ni el Uruguay ni el Imperio Británico de 1928, año en que Herrera publicó su libro. El descubrimiento de que la “Suiza del Plata” era un producto de la diplomacia inglesa es, desde hace años, un lugar común en ambos lados del gran río. 

El dilema con el que se enfrenta hoy el país de Herrera no es ni siquiera el de 1974. Como, con gracia y acierto, ha dicho Alberto Methol Ferré, Lord Ponsomby ha sido reemplazado por Mr. Ponsomby, el oxfordiano inglés de de los representantes de los frigoríficos por el masticado inglés de los texanos proponiendo un tratado de libre comercio que arranque al Uruguay de su hermandad mercosuriana y lo convierta en proveedor exclusivo de un par de cadenas de supermercados en California o Chicago.

Desaparecido el mundo que permitió la extraordinaria renta diferencial y con ella su particular economía  fisiocrática, Uruguay ha quedado expuesto a convertirse en un socio atlántico del Acuerdo del Pacífico, subsumiendo sus decisiones políticas a la hegemonía norteamericana. Los viejos sectores oligárquicos, rurales y urbanos, que hoy se expresan en las direcciones del partido Blanco y del partido Colorado, así como en los sectores más liberales del Frente Amplio, vienen coqueteando desde hace años con la idea salvadora de un TLC con los EE.UU. El gobierno de Tabaré Vázquez estuvo a punto de firmarlo y la prensa tradicional bombardea permanentemente al Mercosur, agigantando sus dificultades y asordinando sus ventajas. Demás está decir que desde esta orilla del Plata se han cometido todo tipo de desaciertos y errores que, lejos de facilitar, han entorpecido la integración al Mercosur y, peor aún, han ignorado el papel que Uruguay debe jugar en la Cuenca del Plata y el enorme peligro que significa Mr. Ponsomby.

Pepe Mujica es, en cierta manera, heredero de este Luis Alberto de Herrera, quien, como cuenta Ramos en su prólogo, anticipó algunos criterios fundamentales para una política internacional en defensa de la soberanía uruguaya. Mujica es conciente de la maniobra colonialista que dio origen a su país y es, justamente, en cuestiones de política latinoamericana, que se diferencia de los otros sectores que componen el Frente Amplio. Mujica parece haber aprendido aquel criterio herrerista que menciona Methol Ferré en su Uruguay como problema: “Debemos mantener siempre el punto medio entre Itamaratí y el Palacio San Martín, pero para ello, siempre más cerca del Palacio San Martín”.

Los argentinos debemos conocer la génesis de este país “igual, pero un poco distinto” y el libro de Luis Alberto de Herrera es una clave para este conocimiento. Este punto medio que pedía el caudillo blanco implica para nosotros la ausencia de toda soberbia, la concesión a intereses y necesidades internas del país hermano, diálogo permanente con los sectores de la política uruguaya más conscientes de la imperiosa integración y una diplomacia convencida de que alguna vez fueron Banda Oriental, pero que desde hace 188 años marchan separados. Y a nuestras provincias mesopotámicas les toca también la responsabilidad de recrear en las condiciones del siglo XXI aquella Liga de los Pueblos que liderara José Gervasio Artigas. 

Porque, si como dice Ramos, Lord Ponsomby está muerto, Mr. Ponsomby quiere hacerle la posta y contra este míster separados no somos nada. Ni los uruguayos ni los argentinos. 

Aguas Dulces, Departamento de Rocha, 19 de julio de 2013

14 de julio de 2013

La Patria Grande y nuestras Fuerzas Armadas


La voluntad presidencial
de consolidar dos grandes desafíos

Durante las últimas semanas Cristina Fernández de Kirchner, por un lado ha ratificado su permanente compromiso con la causa de la integración latinoamericana, y, por el otro, ha enunciado medidas destinadas a reintegrar a las FF.AA. a las políticas de Estado dirigidas a la industrialización del país.
La reunión de la UNASUR, en Cochabamba, y la posterior reunión del Mercosur, en Montevideo, sirvieron para ratificar la profunda unidad y coincidencias estratégicas entre los gobiernos de la región, frente a la insólita  y descabellada provocación a la que fue sometido el continente, en la persona del presidente de Bolivia Evo Morales.
Hemos sostenido que el incidente respecto al vuelo del avión presidencial boliviano ha establecido un antes y un después en la historia de las relaciones entre América Latina y Europa. La violación flagrante de todos los códigos diplomáticos propios de los países civilizados, la amenaza a la integridad física del presidente Morales y la ruptura culpable del derecho al asilo político, un instituto que nuestro continente ha levantado como bandera, recibieron una condigna respuesta de nuestros presidentes e, incluso, de un organismo caracterizado por la permanente presión norteamericana como la OEA. Los gobiernos de Francia, España, Portugal y Austria se convirtieron en meros instrumentos de una llamada “operación de inteligencia” tendiente, supuestamente, a impedir el viaje de un ex agente que había denunciado el espionaje norteamericano sobre esos propios gobiernos europeos. La crisis del sistema capitalista impuesto a partir de los años '70, con la hegemonía del capital financiero y el neoliberalismo del Consenso de Washington, ha arrollado las viejas conquistas del “estado de bienestar” con el que Europa pretendía publicitar su superioridad ante el sistema soviético y ha puesto punto final a los pujos terceristas que la unidad europea intentó expresar en vida de Charles de Gaulle.
No sería de extrañar que, detrás de este insensato incidente, se escondan las intenciones agresivas del imperialismo norteamericano contra las conquistas alcanzadas por los latinoamericanos en los últimos lustros. La unidad y contundencia de la respuesta de la región es, por ahora, un freno importante a tales intrigas.
FF.AA y producción
El nombramiento de Agustín Rossi al frente del ministerio de Defensa hizo pensar en novedades respecto a la política presidencial para las FF.AA. Un ministro con un perfil políticamente tan marcado no podía implicar una designación circunstancial. Inmediatamente a ello, la propia presidenta expresó, en distintas ocasiones su voluntad de que este instrumento casi definitorio del estado nacional tuviera un papel en el proyecto de recuperación y reindustrialización del país.
El nefasto papel cumplido por los altos mandos militares, de todas las armas, durante la dictadura cívico militar de 1976 expuso a las FF.AA. a un merecido enjuiciamiento por parte del Estado y de la opinión pública. Los juicios por violación a los DD.HH restablecieron, y continúan haciéndolo, la justicia sobre los uniformados que violaron el principio sanmartiniano de no derramar sangre de hermanos y entregaron el país a la voracidad imperialista.
Pero era y es necesario tener unas FF.AA. al servicio de las grandes políticas nacionales. La unidad latinoamericana y la reindustrialización del país son los dos pilares de esas políticas y la decisión presidencial es incorporarlas a esos objetivos estratégicos.
Para ello será necesario modificar los programas de estudio de los colegios y escuelas militares. Desterrar de esa enseñanza el mitrismo que ha dado forma al pensamiento cipayo castrense en la Argentina. Incorporar a la misma la interpretación de nuestra historia que surge de los grandes movimientos populares del siglo XIX y XX, desempolvar al San Martín inodoro, incoloro e insípido forjado por Mitre para reemplazarlo por el firme y claro político del Acta de Rancagua, por el gobernador de Cuyo que no vaciló en expropiar las pertenencias de las familias pudientes para construir su ejército libertador, aunque la leyenda mitrista llame a ello “la donación de las damas mendocinas”.
Ha habido, es digno de destacar, una política dirigida a integrar a las carreras de oficiales a jóvenes -hombres y mujeres- provenientes del interior del país y de familias de menores recursos. Eso ha cambiado la composición de los cuadros. Se hace necesario que organismos creados por la presidenta, como el Instituto Nacional del Revisionismo Histórico Argentino e Iberamericano Manuel Dorrego, participen en la formulación de los programas de estudio y en la enseñanza de los futuros oficiales de  unas FF.AA. destinadas a la defensa, ya no del país, sino de Suramérica, cuyas riquezas naturales y las políticas independientes y soberanas del último decenio la han puesto en la mira de los intereses imperialistas, como lo ha demostrado el incidente con el presidente Evo Morales.