15 de abril de 2013


Los liderazgos no se heredan, se ganan
Los movimientos populares latinoamericanos han sido y son fuertemente personalistas, justamente por su naturaleza anti-institucional. Que la desaparición de Chávez haya producido una baja en los votos no es, por ello, algo para horrorizarse. Los liderazgos no se heredan, se ganan. La voluntad de Chávez permitió mantener esa exigua mayoría, que constituye el núcleo de hierro de la revolución chavista. Ahora hay que construir un nuevo liderazgo desde el gobierno y, sobre todo, ampliar la base política y social del gobierno. Hay entre un cinco y un diez por ciento de votos de Capriles que corresponderían al chavismo y que hay que conquistar con política, con gestión y con patriotismo.
El personalismo de Chávez
Preguntarse si el chavismo no habrá sido demasiado personalista es, por lo tanto, un ejercicio inútil. El chavismo es como lo parió la historia de la sociedad venezolana y latinoamericana. No obstante la decisión de Chávez de dejar un heredero inmediato fue sabia y salvó a su movimiento y al país de una desgastante lucha interna por el poder. Ahora Nicolás Maduro deberá ratificar y acrecentar el apoyo que le han dado las masas desposeídas de Venezuela. Es hora de bajar la retórica electoral y asumirse como gobierno y gobernar.
Por otra parte, la inflación, la corrupción, la inseguridad, la ineficiencia administrativa juegan en el estado de ánimo de las masas. No solo por la resonancia que le da la prensa imperialista a estos problemas, sino porque esos problemas existen y pesan en las coyunturas electorales. Lo que de ninguna manera se puede admitir es sentirse deprimido o desilusionado por este resultado. Hubo algo de triunfalismo, de desprecio al enemigo en la actitud del oficialismo venezolano. Eso nunca es bueno porque empaña el pensamiento. El resultado demostró que HCR no era tan mal rival como lo pintaba con demasiada facilidad el chavismo y sus voceros y que una sola virtud no alcanza. En este caso, a la virtud de la decisión del viejo caudillo deberá agregar su capacidad de conducir un conjunto de fuerzas políticas y sociales diversas, ser reconocido y aceptado en el seno de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, de la que Hugo Chávez había surgido y donde su jefatura e influencia era decisiva.
Todos estos chisporroteos que se están manifestando en algunas ciudades con francas manifestaciones de violencia fascista y las desaforadas expresiones del candidato perdedor desprestigian seguramente a Capriles en la cabeza de muchos de sus recientes votantes que creyeron en el discurso de la paz y la concordia. Mantener la cabeza fría y no responder a las provocaciones es, me parece, la consigna del momento para las fuerzas oficialistas de Venezuela. 
Fuerzas Armadas y Patria Grande
En este momento y por un largo período, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana es la garantía de la democracia en el país. Su unidad y su identificación con el proceso chavista son la última barrera del imperialismo que intentará por todos los medios quebrar la primera y sobornar para traicionar la segunda.
A su vez, todos los gobiernos latinoamericanos han reconocido de inmediato el triunfo de Nicolás Maduro, dejando en claro su distancia con toda maniobra de desconocimiento de la voluntad popular. Como nunca antes, Latinoamérica es hoy un factor interno en cada uno de nuestros países. Poco importa la opinión del gobierno español, sumido en una profunda crisis política, económica, social y moral, o de los EE.UU. que no ha podido más que apoyar secreta y vergonzantemente a la oposición venezolana. Que México, Brasil y Argentina reconozcan la legitimidad de Maduro es señal suficiente para unos EE.UU. tironeados por acuciantes cuestiones en otros lugares del mundo. Hugo Chávez fue uno de los principales constructores de esta Patria Grande que hoy vivimos y es esta Patria Grande la que permitirá que su legado se realice en el continente y que la soberanía de su pueblo no pueda ser burlada.
Buenos Aires, 15 de abril de 2013

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